viernes, 16 de marzo de 2018

Escribir poesía es como pintar el paisaje que no está, el que ven tus ojos, que es el mismo que ven los míos pero con otro espíritu. La poesía es algo que no me gusta, tal vez porque no son mis ojos ni mi espíritu los que ven, ni mi mano la que escribe; tal vez porque sea una progresiva caída al abismo. Al principio puede parecer hermosa, porque uno está realmente viendo con ojos que otro no tiene, haciéndose imágenes que otro no puede hacerse; pero conforme va uno entrando en ese mundo de estructuras y metáforas duras, las imágenes son cada vez más creadas adrede para el propósito mismo de "hacer poesía", y ya no "hacer poesía porque las imágenes existen". Entonces todo se vuelve falso, se vuelve excesivo, e insoportable. Como cuando el amor que se recibe es tan intenso que uno no sabe como tomarlo o como devolverlo. Pero el amor, desmesurado, intenso, insoportablemente enérgico, sigue teniendo una belleza que nada mas tiene; mas no la poesía, que se pierde en rimas y palabras, en lo exagerado en pos de una belleza que no es natural.
Entonces, a la poesía me cuesta tolerarla, me cuesta tomarla objetivamente puesto que son mis ojos los que la leen y que no pueden sentirla. Pero el amor no, el amor entra por donde quiere y a la hora en la que quiere; inevitable e intenso, el amor se manifiesta aunque uno no lo busque, y corroe todas las barreras. Sin embargo hay una barrera que le cuesta, una que es dura aunque no indestructible, una que se sostiene por lo que somos y lo que nos enseñaron a ser: la inescrutable barrera de la moral. Y esa barrera no es sólo una barrera para el amor, porque el amor no es lo único que nos enseñaron a limitar.
Sentir deseo por algo que está moralmente condenado, es como renunciar a ello. Uno quiere, uno ama, uno desea, en contra de toda enseñanza y aprobación, y ve el error en ello. Pero, ¿cual es el error? ¿desear algo moralmente penado, o dejar de desearlo por la visión que tienen otros de ello?. Y de todas las cosas moralmente sancionadas, ¿Cuál es posible cambiar sin transformarse en un monstruo para la sociedad y para aquellos a los que uno siente que le debe un mínimo de respeto? ¿Por qué esto está mal y esto está bien?. Tal vez sea mas fácil enfrentar al monstruo que la sociedad nos designa, que erradicar de nuestro organismo la culpa de faltar al deber moral.
Entonces uno evita todo aquello que ve erróneo, y sufre por no tenerlo; o se arriesga para tenerlo todo, y sufre por ser un monstruo social. Si se tiene un hijo no deseado, se sufre por abandonar otra vida; si se tiene un aborto, se sufre porque la sociedad lo enfrenta y condena. Si se ama a una persona, se sufre por no poder amar a varias; si se ama a varias, se sufre por hacer desdichado al que elige ser convencional.
¿Cuál es la posición correcta, si todas se sienten equivocadas y abrumadoras?
¿Es acaso esta la poesía de mi vida? ¿La que vos no entendés, la que yo veo, o las que mi imaginación plantea?. Cómo saber si realmente quiero romper el código moral de la vida, o si esto es sólo poesía... una poesía que responde a una rima, a una necesidad de escribir, que responde a la forma que debería respetar según la sociedad.
Escribir poesía, es como ser egoísta. Es observar para adentro, es mantenerse en el límite y no atreverse a cruzar. Evitar el deber moral de ser como la sociedad nos exige, es tambien como ser egoísta y es como estar a favor de una mayor felicidad propia, pero cruzando el límite de lo seguro y convencional.
Y así, sigo sin comprender, ¿Que tipo de poesía es mi vida? ¿Es este caos una poesía? ¿Es este caos mi vida?.