jueves, 2 de febrero de 2012

Apología de la Vejez...

Todo se resume a un carrito de supermercado. El asombro ante los colores, las tardes en bicicleta. Correr buscando rivales escondidos detras de cortinas y debajo de las camas. Epoca de vacaciones eterna, dias jugando y saltando como si todo estuviera vivo alrededor.
Y luego, la costosa y tardia espera de calificaciones, de los ascensos laborales y de los desastrosos y satisfactorios festejos al recibirse. La imposicion del matrimonio, los cumpleaños de los hijos, la semi obligacion de hacer avanzar geneticamente al mundo. Los dolores, las excesiva e ironicamente costosas caminatas de una cuadra a otra, el anhelo de seguir viviendo al siguiente dia, porque claro, aun no esta todo hecho, aun no. La vida no importaba antes, el Señor no importaba antes... todo importa cuando parece no haber mas tiempo. Vivir mas, siquiera para ir a comprar una ultima caja de vino, siquiera para tener una ultima reunion familiar.
Pero no, la tragedia no termina alli. No hemos mencionado la impotencia al no poder culminar proyectos, el estres y el soñar con el camino incansablemente recorrido diariamente, el sendero del "traeme un café", "quiero un exhaustivo analisis de las finanzas de este año" o el simple "vos sos el trabajador/esclavo, yo el jefe/amo".
La rivalidad y la inevitable tendencia a aceptar la derrota, y a reprimir los impulsos violentos con aquel que suda sangre desde hace 15 años, aportando ansiadamente una mayor credibilidad y estupidez, asegurandose el siguiente puesto despues de una "moderada" cantidad de tiempo recorrido lavando los pies de los gerentes y compartiendo los gustos por las secretarias. El que duerme pensando constantemente que "mañana puede ser el dia", el que come numeros y cuentas bancarias, el que cocina estrategias para llegar a pagar el LCD en dramaticas cuotas que embargan el 60% del sueldo. El que vigila los pasos del jefe aguardando "la llamada" para hablar con el, y rezando porque no sea una solicitud de renuncia inmediata.
La ridiculez con la que pasa el tiempo, los dias gloriosamente libres, de descanso que termina por ser cansancio. La pesadez de la buena comida y de los placeres corporales cuando se da cuenta de que pasados los 60, se es preso de una recompensa en monedas para viejos, viejos que antes corrian, volaban y aportaban a los gobernantes lo necesario, y que ahora ya no tienen esperanza de volver a mover muchas de sus articulaciones al mismo tiempo. Viejos que responden al avance tecnologico con una sonrisa deprimente, de decepcion, que no hacen mas que recordar objetos de otras epocas, sintiendo real melancolia por haber sido los dueños y maestros de su tiempo. Tener que conformarse ahora con sorprenderse con unas pocas cosas, y visualizar su propio retroceso. Rascarse como perros viejos, morsas serpenteantes, malditos gusanos del estado que espera con ansias su deceso para reemplazarlos por especimenes jovenes y fuertes. Ser ratas de laboratorio de la economia del pais, entes drogados para sentirse renovados. Seres que miran al vacio y se conforman con un futuro para su descendencia, en lugar de un futuro para sus cuerpos, que desean feliz navidad sin esperanzas ya de poder disfrutar los festejos.
Señoras que cargan en su silla mecedora a sus nietos, y recuerdan los pequeños cuerpecitos de sus hijos al nacer. Señoras que añoran el vitalicio e irretornable cuerpo de sus maridos en juventud... señores y señoras que no ven pasar el tiempo sin encontrar nuevas arrugas, sin preguntarse si podran ocupar un lugar a la derecha de Dios... sin dejar de asistir a reuniones religiosas para dejar algo que permita recordarselos y que les permita ganarse el cielo. Señoras y señores, que no tienen mas que arrastrar que un maldito y pesado, carrito de supermercado...