El murmullo de las mesas, escrito con tinta internacionalmente asimilada y aceptada. Tomar un café, o mas bien un submarino, extremadamente pequeño, extremadamente "café", en un rinconcito del lugar mas sucio y revuelto, ideologicamente hablando, de la gloriosa ciudad. Los cuadrados del muro me enloquecen, los precios me alborotan, y solo escribirlo me queda. Un cuadrado es mi lugar ahora, y tan solo hace minutos lo fue la calle, el subterraneo. Y todos hablan, comen, toman y hablan mas. Se reúnen quien sabe para que, todos están muertos, y sin embargo si se los dijese en la cara me tomarían por demente, o por sarcástico o por idiota. Que importan, nada hay mas verdadero que mi muerte y su muerte. Ellos lo saben pero simulan olvidarse, creen que pueden caminar mas lento y así nunca llegar. Y yo seria demente si les dijese la verdad.
Los colores desordenan mis ideas, incrementan mi actividad mental. Mi problema me brinda el privilegio de escribir esto, con una birome que tendría que dejar abandonada al azar en este lugar, o lanzarla por la ventana, porque contrasta mucho mas conmigo que con mi café.
- "Me lo compre hace dos días, solo lo uso para el mp3, el facebook, el twitter, y para revolver mi café".
- "Le rompió la boca, el pibe quería llevarla a la cama. Y ella es una regalada"
- "Me dieron unos chicos para entrenarlos, el jefe confia en mi, me va a aumentar el sueldo seguro. Si no hay dinero de por medio, yo no hago nada".
Chusmerio, Chusmerio. Participo y no lo hago. Mis oídos retumban, tiemblan, escuchan, escrutinian. Mis ojos toman el submarino, piensan los precios, ven la tinta correr rápidamente manchando el tiempo que aquí pierdo. No se si participo, escucho y no me interesa, pero si no escucho me interesa escuchar, me interesa saber cuanto son. Porque ellos son, pero en términos de cantidad, y claro, calidad. Son 5000 y son "SuperSenior". O solo un Senior y un idiota que se autoglorifica, auto-reza, auto idealiza, y no se supera, porque es insuperable.
Mal me miran porque escribo. No, no pretendo otro "café". No pretendo que me sigas tomando el pelo, y no pienso moverme hasta que quiera hacerlo o hasta que mi mano decida dejar espacios en blanco que mi voluntad no puede. Me enloquece pero me entretiene. Son un millón de hoyos negros, compitiendo por quitarse el espacio de absorción.
No limpie, y si me levanta la taza que sea para traerme otra, en recompensa por el precio que estoy pagando. No pretenda que me vaya aceptando su indirecta.. Dinero, dinero, dinero. Propina, propina, propina. "¡Esa persona esta escribiendo y estaba leyendo!". Si, los huelo. Sus ideas son tan absurdas y repetitivas como mi pretensión de seguir jodiendoles la mesa, de seguir adivinando lo que piensan.
"Comer e irse. A las 10 se cena. Descolocado, desubicado". "Me emborracho, tomo, me emborracho, como".
Casi esculturas de piedra, no dejan de suplicarme que me vaya y les de el espacio. O al menos que deje de escribir. Es tan anormal, tan fuera de sitio. Escribir para no vomitarte encima tu estupido café o semi submarino, para no escupirles a todos y que despierten. No quiero hablar, quiero que ustedes dejen de ocuparse en idioteces. Y sin embargo, no me importa.
Y me voy, entre ya gritos, ruidos de jugosas mordidas carnívoras, de gaseosas abriendose y esparciendo el veneno en las ranuras entre los dientes y extendiendose en las lenguas, de cocineros apurados y de mal humor, que tiran la comida en la mesa. En medio de peones empresariales, reinas que no saben moverse inteligentemente, bailes de risas, carcajadas, y mozos mirándome mal, movimientos erróneos de los caballos, de los caballos de troya que luchan por defender la superioridad y el mandato de los números de las cifras que siguen aumentando, que siguen elevándose por encima de las voces que me ahogan. Cartas de precios altos, mesas constantemente limpiándose solas. Me voy porque todo va tomando forma, me voy porque todo se va enfrentando a su propia desintegración, a su transformación Todo verde, comandos, ceros y unos, ceros y unos, pixeles muertos, sumas, multiplicaciones, la puerta me muestra el resultado, me incita a ser otro + , me incita a ser un factor, me invita a bailar entre números y entre luces y cuadraditos, palabras inútiles rodeadas de cuadros alegóricos de representaciones baratas, adquiridas sin ningún sentido ni conocimiento de si. Relojes que te dicen "comé y te vas, comé y te vas. Andate ya, pagá, pagá, pagá"... Mi mente gritándome "¡van a morir, y se preocupan por comer para atrasar su muerte!".